Sucedió lo previsible. El sueño japonés de River Plate llegó hasta la apabullante supremacía del Barcelona de Messi, Iniesta y compañía. Fue 3 a 0 para la blaugrana, y pudo haber sido más, aunque también merece destacarse la digna búsqueda de los dirigidos por Marcelo Gallardo, que jugaron un primer tiempo notable, de igual a igual.

El Mundial de Clubes 2016 quedó en las manos previstas, con goles de Lionel Messi a los 35 del primer tiempo (controló la pelota con la mano, pero el árbitro no lo vio), y el uruguayo Luis Suárez en dos ocasiones, en el segundo tiempo, a los 4 y 23 minutos.

Frente a unos 15.000 simpatizantes River resignó en el Estadio Internacional Yokohama su aspiración de coronarse como campeón del Mundial de Clubes de la FIFA, que permanece como cuenta pendiente para los equipos argentinos.

Barcelona, que lo consiguió por tercera vez (2009 y 2011, las anteriores), se aseguró una nueva copa en el año.

Gallardo planteó un 4-4-2 agresivo. El equipo salió desde el arranque a presionar a Barcelona bien arriba, El doble cinco de Ponzio y Kranevitter (que jugó su último partido con la banda roja) funcionó bien en esa primera etapa, y Sánchez y Tabaré Viudez proponían dominar sus extremos. Sin embargo, la pelota no llegaba limpia a Mora y Alario. Y en el fondo, Mercado, Maidana, Alvarez Balanta y Vangioni aguantaban bien mientras Barcelona demoraba en reaccionar. Luego sería diferente.

Barovero demostró sus credenciales de arquerazo al taparle una pelota repentina y abajo al propio Messi. Y sería el responsable de que Barcelona no se impusiera antes en el partido.

Como la ley de gravedad, la lógica del fútbol es inevitable, y así fue como en una de las pocas llegadas netas del Barcelona en el primer tiempo un centro largo y pasado llegó a la cabeza de Neymar, quien la devolvió al punto de penal donde estaba Messi. El rosarino controló la pelota con la mano y la punteó con derecha de primera, para sorpresa de Barovero que no tuvo responsabilidad en el desenlace.

El segundo tiempo fue de Barcelona desde el inicio. A los 4 minutos, el mediocampo riverplatense perdió la pelota y Busquets, el estratega, sacó de repente el pase largo y en profundidad para la corrida de Suárez, que remató mano a mano contra Barovero y la coló entre las piernas del arquero. La pelota entró mordida, pero entró. Y con el 2-0 River empezó a desinflarse.

Veinte minutos después, luego de un constante asedio culé contra el fondo de River, un centro al área chica llegó a la cabeza de Suárez, y el 9 cabeceó con impecable jerarquía al palo más lejano de Barovero. 

River ya no podía hacer más, pero tuvo su ocasión de descontar un par de veces, cuando Pity Martínez la reventó contra el palo izquierdo de Bravo, y luego Alario cuando cabeceó y esforzó al arquero chileno que ataja en Barcelona.

Fue 3 a 0 de un Barcelona a media máquina, que se encendió sólo para liquidar el partido. River cumplió un papel digno ante el podería de la mejor selección del mundo, y así se lo hicieron saber los 15 mil hinchas que desde la tribuna del estadio japonés no dejaron de alentar.