“Esto con Grondona no pasaba”. La frase se repitió mil veces en cada esquina del país desde que se conoció la dura sanción contra Lionel Messi. Hasta se convirtió en trending topic en Twitter. Es que lo que pasó es cuestión de Estado, no hace falta explicarlo. Pero cuando la calentura baja un poco y se hace memoria, es fácil recordar que con el fallecido presidente de AFA sí pasaron algunas cosas, y más graves, como la expulsión de Diego Maradona en el Mundial de Estados Unidos en 1994, quien aunque fue sancionado por causas diferentes tuvo que marcharse sin chistar. Y la Argentina tampoco recibió grandes favores que la llevaran a la gloria deportiva.

Estas líneas no pretenden limpiar la imagen de un dirigente que se encarnó en el poder hasta su último día y que bien podría haber pagado por sus maniobras en la cárcel, como varios de sus colegas, sino encontrarle una explicación a lo que este martes, a menos de cinco horas de un partido muy importante, ocurrió con el mejor del mundo ¿Hay efectivamente una caza de brujas?

“Se considera culpable al futbolista Lionel Messi de haber violado el art. 57 del CDF al pronunciar palabras injuriosas contra un árbitro asistente", dice el comunicado que hizo estallar a los futboleros. Visto así, no hay mucho de lo que quejarse. Un video difundido primero en medios periodísticos (y en el cual la FIFA se basó) muestra como La Pulga insultó de arriba a abajo al juez en cuestión y luego decidió negarle el saludo al momento de retirarse del campo de juego. Lo que se discute aquí es por qué a Messi sí y a otros que suelen ser poco amables con las autoridades (son cientos, miles) casi nunca se los castigó ni con un reto.

Hay antecedentes, aunque con algunos matices. En 2015 la Conmebol le dio cuatro partidos de suspensión a Neymar, que había sido expulsado frente a Colombia en Copa América pero después fue informado por insultar al árbitro Enrique Osses. Un año antes, en 2014, FIFA fue contundente contra Luis Suárez: nueve partidos oficiales y cuatro meses sin poder ejercer por el recordado mordiscón al italiano Chiellini. La diferencia, sobre todo con el primer ejemplo y el de Messi, es que en este caso no hubo informe arbitral contra el rosarino.

Tal vez la nueva FIFA, con Gianni Infantino a la cabeza desde hace poco más de un año, pretenda mostrarse inflexible contra cualquiera. Aunque sea Messi. Pero para comprobar esta teoría hará falta tiempo, que otras grandes estrellas se porten mal en el campo de juego y sean sancionadas también con todo el peso de la ley.

Con Grondona ya pasó. El insulto existió y Messi tendrá que pagar como ya lo hizo Maradona hace 23 años, en otra época, en otro fútbol y bajo circunstancias diferentes. Por fortuna todavía no es demasiado tarde. Argentina está en carrera rumbo a Rusia y puede clasificarse. Figuras sobran, falta funcionamiento, Y ahora, también, abunda el desánimo.