La 42 es una universidad gratuita para programadores y desarrolladores de software, que fue creada en París en 2013. El singular nombre numérico es en homenaje a la novela La guía del viajero intergaláctico, de Douglas Adams.

 Esta universidad tiene grandes diferencias con el concepto tradicional de las academias del mundo, ya que está abierta las 24 horas, los siete días de la semana y no tiene docentes. 

Kwame Yamgnane, uno de los cuatro fundadores de 42, explicó que el concepto es que en vez de contratar profesores, aplican el “peer to peer learning”, es decir, el aprendizaje entre compañeros.

 “Hace unos años o décadas atrás, no se podía acceder fácilmente al conocimiento, y se necesitaban profesores para llevarlo a la población”, dice Yamgnane. “En cambio ahora, en computación, el conocimiento está en internet. Es accesible a cambio de casi nada”, comenta.

 Otra de las razones por las que 42 no tiene profesores es que su propósito es que los alumnos piensen de manera creativa e innovadora. “¿Cómo se logra eso?”, se pregunta Yamgnane. Y se responde: “Un profesor te diría: las cosas son así, de una determinada manera. Son A o B. En 42 no hay nadie que te enseñe el camino. Uno crea su propio camino e innova”, explica.

Si los profesores no son necesarios, entonces cada uno podría aprender en su casa. ¿Por qué ir a una universidad? “Necesitamos un lugar donde todos puedan trabajar juntos”, dice Kwame Yamgnane, uno de los fundadores. “Cuando uno trabaja con otros puede innovar”.

 Para ingresar a 42 se asume un reto llamado “la piscina”, que consiste en sesiones intensivas de programación de software, que duran cuatro semanas. El nombre del reto se debe a que apunta a ser “inmersivo” y sólo quedan seleccionados los postulantes que logran “mantenerse a flote”.

Una de las cosas que le pidieron fue crear un programa capaz de resolver cualquier Sudoku. “Al inicio uno no entiende muchas cosas, pero quedan en el subconsciente. Uno aprende algo nuevo todos los días”, afirma.

Una vez que uno ingresa y empieza a estudiar, no va a clases, sino que va recibiendo una serie de “proyectos” o tareas de programación que debe ir resolviendo, buscando el conocimiento por sí mismo o con apoyo de sus compañeros.

Asegura que uno aprende más que en la universidad tradicional, “donde se olvida el 90% de lo que el profesor dice, ya que en 42 uno busca las cosas por sí mismo y recuerda todo”. Sin profesores, el alumno trabaja a su propio ritmo y no se vuelve un robot que repite lo que dicen ellos”.