El último local que aún continuaba abierto de la cadena de videoclub Alternativa llegó a su fin, y con él se diluye la tradición familiar de alquilar películas y series para ver en casa. Era inevitable: hoy en día cada vez más rosarinos se animan a bajar de internet películas, mirarlas online, y el boom está en los servicios como Netflix, HBO Go, y el nuevito que les pelea desde Argentina, Odeon.

Atrás en el tiempo quedaron las tradiciones de ir en familia, en pareja o en solitario a elegir una buena película o un nuevo volumen de la serie favorita, y hacer largas colas para llevarlas en la bolsita felices a casa. Es que el mundo y Rosario se volvieron más cómodos en el momento del ocio, y quien gozaba de una peli de alquiler hoy sólo aprieta un botón de su notebook o su smart TV, y good show.

Rosarioplus.com se inmiscuyó en la esquina del local de 3 de Febrero y Mitre, el último bastión del que supo ser, según indicó su dueña Sandra Judchak, “el videoclub más grande del país con tres locales propios”.

Desde el 25 de julio y hasta fines de agosto (o “hasta agotar stock”), curiosos, cinéfilos, coleccionistas, familias enteras y consumidores compulsivos de todo tipo se dan cita en el local desde que se enteraron que se vende toda la mercadería. Toda significa pororó envasado, remeras, juguetes para los chicos (una buena opción para el día del niño) y, por supuesto, películas.

Los rosarinos entran en un silencio que pareciera respetar un ritual religioso, se acercan a su góndola predilecta, observan las cajitas de DVD, las devuelven. Muchos son coleccionistas de películas, y aunque coinciden en la pena de que la costumbre de alquilar se esté extinguiendo, no dejan pasar la oportunidad de tener en su colección ese título difícil de conseguir.

Precios, los hay de todo: desde pelis que estaban en alquiler que quedan a $70, y Blue Ray a $200, a las que siguen cerradas y quedan con el precio original, según el título. Y a no desesperar: si alguien lleva una usada y tiene problemas para verla, puede volver para cambiarla.

Viviana elegía de su pila de diez películas la versión menos usada, mientras expresaba su tristeza por el inminente cierre: “Ver el local vacío me da lástima. Siempre vine a comprar películas, porque tengo mi colección de 250 títulos. Ahora no sé cómo las voy a conseguir, pero antes de bajar una de internet o ver online primero me suicido”. Fue enfática. Lo repitió varias veces. No todos los rosarinos están listos para dejar ir la tradición de ir al videoclub del barrio.