La mirada transgresora sobre la Shoá en clave cómic
El periodista Julián Gorodischer, además de su reconocida pluma para crónicas en revistas como Anfibia, Rolling Stone, Brando o Esquire, tiene el buen tino de indagar en la historia ancestral de su familia que sobrevivió a la Shoá (Holocausto), y con eso hacer un libro en clave de cómic.
Es que Julián, como algunos periodistas argentinos que crecidos lejos en tiempo y distancia del peor genocidio perpetrado por los nazis, heredó de manera involuntaria el peso de la conocida “culpa judía” de los sobrevivientes y la necesidad de indagar en ello.
Este viernes Julián Gorodischer presentó su libro Camino a Auschwitz en el marco de la 6º Convención del Cómic Crack Bang Boom, como un camino que sigue desandando, ese de la resiliencia que hizo en Polonia para sanar las heridas de su madre y de su abuela.
Y lo hizo magistralmente con una gráfica entradora, de la mano del reconocido historietista Marcos Vergara, pero sobre todo con una mirada ácida y crítica, como no sucede en temas del Holocausto. Sexualidad en los campos, la mala fama de los ancestros y la traición a su pueblo, se condensan en la sucesión de tiras cómicas.
En su libro, Gorodischer reproduce con resiliencia las sensaciones tremendas de aquellos que resistieron un par de días más que los demás en los campos de concentración, aquellos que se escaparon clandestinamente como su abuela Tzipe, o aquellos que como mi abuelo, tuvieron la suerte de ser escondidos por gentiles alemanes no judíos que se jugaron la vida, en sus altillos y sus sótanos o en las iglesias. El peso de que “ellos murieron para que nosotros vivamos”.
Luego de la presentación, Rosarioplus.com dialogó con el periodista porteño, quien recordó el comienzo de la historia: “Hice el viaje en 2013 sin saber que iba a escribir un libro. Volví y estuve todo el verano hasta abril de 2014 escribiendo. Cuando lo terminé, le pasé el guión a Marcos Vergara, y a él le llevó un año de investigar la estética de la época y dibujarlo”.
El cómic se publicó primero en formato de entregas con la revista Brando, y el libro fue publicado por Emecé en junio pasado, y ya se agotó la primera edición. Pero a no desesperar. Los interesados en adquirir un ejemplar de Camino a Auschwitz, ya encontrarán la segunda edición en todas las librerías.
En la historia de la búsqueda personal de reconstruir el pasado de tu abuela, que escapó muy jóven de Polonia hay episodios impresionantes, como los latigazos que recibió su hermana gemela Paie, o cuando los prisioneros del campo de concentración comieron ratas. Debe haber sido complejo reconstruir esta historia marcada por lo familiar..
Claro que es complejo, hice entrevistas a familiares y sobrevivientes y busqué en fuentes documentales, pero también tiene mucho de mitos, porque como dijo el Nobel de Literatura, Patrick Modiano, “los sobrevivientes de los campos de concentración crearon muchos mitos basados en los rumores, en la oralidad de aquellos días tremendos”. Este libro trata más que nada de eso, del relato oral sobre las historias de la vida cotidiana en el campo, de qué comían, la violencia física, cómo era la sexualidad. Temas que no se hablan cuando se habla de la Shoá.
Sobre los temas que no se hablan: ¿Cómo viste las repercusiones en el público lector sobre este libro que polemiza desde el vamos al llevar al formato Cómic un tema tan serio como el Holocausto?
El tema Holocausto siempre se da en un marco solemne, que es necesario, es el género “oficial” del discurso sobre el tema. Pero mi camino fue el del rumor, el chisme, lo no probado, lo contado bajo un manto de sospecha, contado por lo bajo en el ámbito de lo privado, pidiendo discresión.
Claro que por ser una temática tan triste y dura, propongo la polémica, y hasta recibí una denuncia del Inadi por un dibujo donde un oficial nazi tuvo sexo carnal con un cadáver. Comprendo que a muchos les parezca de mal gusto, pero la denuncia fue desestimada porque en el mismo dibujo aparece mi personaje mencionando esas imágenes entre otras como un “erotismo decadente”, es una propuesta de mi imaginación, no un relato de un hecho.
Los hechos que recorre tu personaje, así como tu tía abuela Paie son muy duros, y cargados de una especie de realismo mágico para amenizar el viaje del lector, como cuando tu tía abuela se encuentra con el escritor Primo Levi en las barracas ¿Cómo manejaste los sucesos que conocés por rumor o mito?
Qué es verdad y qué no, prefiero no develarlo, ya que escribirlo en clave cómic te otorga permisos de mayor manejo sobre la verdad gráfica. En zonas problemáticas para reconstruir las escenas, no hace falta aclarar si fueron reales o no, simplemente funcionan. Por ejemplo, el hecho de que mi tía abuela en esta historia era una buchona de los oficiales nazis en el campo de concentración: esta no es la biografía sobre mi tia abuela Paie, sino sobre sus huellas y el relato que uno arma con eso. La figura del buchón es comprobado que se extendió en todos los campos, a través de los judíos que oficiaban como policías bajo la figura del “Judenrat”, o como el que se plantea de Paie, los “Suka”. Traer estos personajes a la historia lleva a conocer y asumir que esto también pasó, que los que vivían en el campo también eran humanos.
Esta historia, como vos la planteas, significaba cerrar un tema pendiente de generaciones en tu familia. Hay algo sanador ahí, luego de la transmision del tormento y la culpa judía, de que “ellos murieron para que nosotros vivieramos”. ¿Qué recuperaste para vos en ese recorrido, ahora que el libro está publicado?
Es importante poder reconstruir el discurso del origen familiar. Repercute en las relaciones familiares de uno indefectiblemente. Y la carga simbólica que tiene este tipo de historias demuestra que cualquier persona puede hacerlo, y lo recomiendo como terapia personal. Esto de armar la verdad de uno, lo que va sintiendo con recostruir la historia, en vez de “lo que se debe recordar”.
“Se contaron entonces, en aquel momento decisivo, cosas que entre vivientes no se dicen. Se despidieron, y fue breve. Los dos, al hacerlo, se despedían de la vida”. (Primo Levi, Si esto es un hombre)