Rosario Central es un equipo competitivo, se hace muy fuerte en Arroyito y ya no es tan frágil fuera de casa, como lo era en el arranque del torneo. A pesar de no ser notablemente superior a sus rivales, el Canalla es aguerrido en defensa y ha encontrado, con el correr de los partidos, buenos recursos en ataque.

Luego de un comienzo un tanto desordenado y con algún traspié como el 0 - 3 frente a Lanús en la cuarta fecha, o el catastrófico segundo tiempo contra Sarmiento en Junín, el auriazul empezó a dar muestras de su carácter ante Huracán, donde consiguió sumar por primera vez de a tres de visitante.

En aquel encuentro, Russo probó con una línea de cinco que prácticamente nunca había utilizado, y le funcionó a la perfección: los jugadores respondieron de gran manera, se sintieron cómodos, y consiguieron una victoria importante en el Ducó. Central se mostró como un equipo ordenado y muy efectivo al salir de contra con la velocidad de Campaz y la inteligencia de Malcorra.

Luego, en su cancha, el experimentado DT cambió y volvió a la línea de cuatro defensores y cuatro volantes, entendiendo que el equipo funciona de otra manera cuando juega en su casa, y también le dio resultado, fue 3 a 1 ante Gimnasia.

Desde Sarmiento que el equipo de Miguel Ángel no pierde, y desde Huracán que este planteo se ha vuelto habitual: línea de cinco cuando es visitante, línea de cuatro cuando juega en Arroyito.

Sin embargo, dejando de lado los resultados positivos, que suman, no solo para la tabla sino para la confianza, Central tiene detalles por mejorar y lo sabe.

Ante Independiente, un equipo totalmente golpeado desde lo futbolístico y desde lo anímico, el Canalla terminó sufriendo y pidiendo la hora luego de desaprovechar muchas chances para definirlo, y de obsequiarle situaciones gratis al Rojo, que casi encuentra el empate más por errores de los rosarinos que por mérito propio.

Y este lunes, contra Atlético Tucumán, comenzó sumamente desconcentrado y si no fuese por Broun y por la falta de efectividad del Decano, podría haber perdido el partido en el entretiempo. Luego, por el buen carácter y la actitud que lo caracteriza, logró darlo vuelta y pasarlo a ganar con un golazo de Damián Martínez. Pero otra vez, sobre el final, una displicencia de Montoya le costó la victoria a los de Russo.

El equipo funciona, compite, y entiende muy bien los partidos, tanto en casa como fuera, solo adeuda cerrarlos cuando debe hacerlo, y no pecar de inocente como ante Sarmiento (la expulsión de Ortíz) o Atlético (el pase de Montoya), entre otros.