La naturalidad con la que se relata en el Puente Negro el tiroteo que cerró el miércoles en Cavia y Cabassa asombra al oído desprevenido. También la impunidad con la que tres o cuatro hombres armados se pasearon por esos estrechos callejones de casillas harto precarias una y otra vez hasta descerrajar una lluvia de balas que terminaron con dos jóvenes muertos y otros dos heridos de bala, uno de estos, un niño de 9 años. 

 "Le dieron como a cuatro (personas), también a un nenito que andaba en bicicleta le dieron en la panza y en las piernas. Pasaron dos en moto y uno en auto. Tiraron con una ametralladora", contó al móvil de Sí 98.9 un vecino de ese arrabal, entre el arroyo Ludueña y el puente de avenida Sorrento que lo cruza. 

Otros niños del barrio se sumaron al relato: "Pasaron dos motos y un auto negro. Dos tiros a dos pibitos y a tres hombres, uno se llamaba Leo. Pasó por acá, y después se fueron por allá. Escuché que el auto venía bien polenta y escuché los tiros", relataron de un tirón y con la expresión de quien ya no experimenta asombro por semejante alarde de violencia criminal.

"El nene estaba andando en bicicleta y se frenó al lado de ellos y justo cuando tiraron. Primero, pasaron de largo para allá, mirando, y después pasaron de nuevo, se calzaron y empezaron a tirar. Como siete u ocho tiros escuché. Los chicos a los que le dieron (bala) trabajan en albañilería, salen tarde, y por eso estaban ahí tomando una gaseosa, compartiendo con los otros chicos. Pero los de la moto y el auto no les dieron tiempo a nada. Ellos quisieron correr para adentro pero quedaron tirados ahí, en la puerta, y el otro en la entrada al pasillo", acotó el testigo. 

En el ataque, tres de los hombres que recibieron la descarga quedaron malheridos en la calle. Fue el quiosquero de la esquina quien los llevó hasta el hospital Alberdi. Allí perecieron dos de ellos: Kevin Mora, 28 años, y Leonel Segovia, de 32.

Eran alrededor de las nueve de la noche cuando se desató el espanto. Una mujer de 29 años compraba en un quiosco de Cabassa y Cavia, y su hijo Francisco, de 9 años, jugaba cerca con su bicicleta rosa. Sobre un costado, contra la pared, departía el grupo de jóvenes apuntado por los sicarios. Y fue en esas circunstancias que también el niño recibió un disparo en un glúteo y otro en una pierna. 

Fue derivado al Hospital de Niños Zona Norte, y se encuentra en observación. Su estado es delicado. 

Los investigadores, a las órdenes del fiscal Adrián Ferlazzo, encuadran ambos episodios en la disputa de ese territorio del barrio Parque Casas para la venta de drogas.