Las extorsiones telefónicas realizadas desde unidades penitenciarias continúan sin pausa, gracias a la pasividad del Estado ante la disponibilidad de teléfonos en manos de personas detenidas, aunque eso esté prohibido. Solo que esta vez, en la imputación penal contra dos presos que cometieron más de 200 llamadas de ese estilo entre noviembre y diciembre pasado, se ventiló un audio que refleja con crudeza el mecanismo de chantaje que emplean cuando toman desprevenidas a otras personas en su casa.

La fiscal Valeria Haurigot acusó la semana pasada a los detenidos Agustín Massoni y Adrián Giglione, más a un cómplice que completaba la maniobra en la calle, Lucas Tusiani, por asociación ilícita, estafas y tentativa de extorsión. 

Los dos primeros iniciaban las operaciones desde el pabellón N° 11 de la Unidad Penitenciaria N° 11 que está en la localidad de Piñero. En el audio que acompaña a esta nota se advierte como uno de ellos llama al teléfono fijo de un matrimonio de jubilados y simula ser un agente de la Dirección de Tránsito municipal. Primero le avisa a la señora que su hijo tuvo un accidente. Le pasa el teléfono a quien simula ser hijo de la víctima, y entre lloriqueo fingido le pide a la mujer que obedezca y le ayude pagando lo que le piden. "Má, me escuchás, no sabés lo que me pasó, me tenés que ayudar mami por favor. Hacé todo lo que te pidan porque estoy en problemas", dice el falso hijo.

Luego el que decía ser agente de Tránsito retoma la comunicación y amedrenta a la mujer: "Escúcheme bien señora si no quiere que las cosas se salgan de control, no corte el teléfono ni llame a la policía porque le vuelo la cabeza a su hijo Nicolás. Lo tenemos secuestrado", dice.

La conversación continúa con el esposo de la mujer amenazada. El hombre se mantiene escéptico y al cabo de unos minutos termina por cortar la comunicación cuando dice que su esposa se ha desmayado por el shock que le produjo la llamada. 

La lista de llamadas extorsivas que recopiló la fiscal Haurigot es impactante. Pero para tomar dimensión de este viejo delito que no cesa, alcanza con escuchar la llamada extorsiva.